La ciencia aunque
seria no tiene porqué ser solemne. Así, no han faltado los conspicuos
pensadores que buscaron humanizar las frías verdades de la ciencia con un toque
de cálido humor.
La famosa ley de Edsel Murphy dice que “¿si algo puede andar mal, es seguro que andará mal?” ¿O el primer
corolario de dicha ley debido a H. Snizel, quien descubrió que "¿si una cosa puede andar mal, andará
mal pero precisamente durante la demostración"?
El
ingeniero L. Lewin recopiló las variadas aplicaciones de la ley de Murphy a
distintas áreas del conocimiento, como la matemática: "Todas las constantes son variables", "En todo error de
cálculo, si ha intervenido más de una persona, jamás aparecerá el
culpable", o "en todo
conjunto de cálculos, la cifra que aparece como más evidentemente correcta,
estará equivocada".
La
ingeniería también tiene lo suyo: "Los
planos originales serán destruidos por la máquina copiadora", o "Cuanto más cerca se esté de la
terminación de un proyecto, tanto mayor será la necesidad de efectuar cambios
de importancia".
Y
en el taller: "Toda herramienta se
caerá donde produzca el daño mayor", "las piezas intercambiables no
son intercambiables", "todo circuito de seguridad servirá para destruir
el resto del aparato", o "toda falla aparece después de la inspección
final".
El
autor de este artículo rescata otras dos leyes: la ley de Gordon, según la cual
"si no vale la pena hacer una
investigación, es inútil hacerla bien", y la tercera ley de Parkinson,
que proclama que "el progreso de la
ciencia varía en proporción inversa al número de revistas que se
publican".
Alexander
Kohn, eminente biólogo israelí, cierto día de la década del '50 se decidió a
fundar el "Journal of Irreproducible results" (Diario de Resultados
Irreproducibles), una "sátira sin asomos de malignidad acerca de la
pedantería, la verbosidad, la oscuridad o la estupidez pura y simple que
caracterizan a algunos proyectos y publicaciones científicas". El
periódico de Kohn satirizaba un artículo de Asimov sobre las propiedades y usos
de la tiotimolina, curiosa sustancia que se disuelve inmediatamente “antes” de
agregarle agua debido a la existencia en su estructura molecular, de un átomo
de carbono que asoma en la cuarta dimensión. Se comprobó que la tiotimolina
tenía importantes aplicaciones en el estudio de la fuerza de voluntad de las
personas: si usted sostiene un vaso con agua y quiere verterla en un recipiente
que contiene tiotimolina, pero vacila, ¿se disolverá esta sustancia?
Otro
ejemplo toma como referencia el fracaso en el lanzamiento de cohetes balísticos
como el Thor, el Titán o el Atlas, para lo cual se ha buscado una explicación
psicoanalítica descubriéndose que algunos de sus fracasos tenían que ver con un
“complejo umbilical”. El miedo al momento donde se cortará esta unión nutricia
despierta en los cohetes tal ansiedad que provoca tendencias inconscientes al
suicidio y los lleva hacia su autodestrucción.
Otra
sección trata del arte de publicar investigaciones sin haberlas hecho en realidad,
y cuyos autores son científicos que viven bajo el lema “publicar o perecer”. Un
importante artículo de esta sección presentaba la sencilla igualdad 1+1=2 bajo
la elegante pero complicadísima fórmula equivalente, y también demostraba que
la fórmula S ex = f (u)n no guarda relación alguna con las integrales y las
exponenciales, sino que significa "sex is fun" (el sexo es
divertido).
También
la fórmula de un tal Sommer demostraba que la productividad P de un laboratorio
depende del número de secretarias N, de su velocidad de escritura a máquina Ts,
y del número de científicos adscriptos a la institución S, de modo tal que la
productividad tiende al infinito cuando el número de científicos tiende a cero.
Un
jefe de departamento demostró -según el Journal- que él solo disponía de
alrededor de un día por año para dedicarse a la investigación una vez que
descontó los feriados, el tiempo de comer, el tiempo para recibir a visitantes
locales y extranjeros, para conferencias y charlas, para la revisación y
redacción de artículos y para la correspondencia y el teléfono.
En
1962, todas estas sátiras y ridiculizaciones sobre el difícil arte de
investigar alcanzaron suficiente difusión como para hacer un libro que llegó a
publicarse en Holanda bajo el título de "Onderzoeckerskunst".
La
tercera sección del Journal está dedicada a todos aquellos científicos que
viven bajo el lema "para qué hacer
las cosas fáciles cuando pueden ser difíciles", y que están empeñados
en redactar sus pensamientos en la forma más oscura e intrincada posible.
El
Journal cita un ejemplo real extraído de un artículo relativo a cierta
enfermedad de los árboles: "Un
cambio provocado por una afección o infección o por un afectante en el
infectado, es una afección de respuesta activa o pasiva. Si se opone a la
infección, o a la afección, o al infectante que la ha causado, es una
contrainfección activa o una contra-afección activa. Si es una contrainfección
activa o contrafección activa es una defensa contra una afección activa o una
infección activa, es decir, una reacción en el sentido estricto del término,
tal como lo utilizan los patólogos". Si después de esta lectura el lector
no queda afectado (o infectado), será porque tiene el cerebro vacío o es un
genio.
Este
es otro ejemplo: "Es el proceso del
libro un progresivo desarrollo hacia la idea de des-enajenación -desilusión y
desideologización- de sujeto concomitantemente con el quiebre del dominio de
objeto que desde el cogito aristotélico-cartesiano amparado en las tesis
empiristas, positivistas, racionalistas críticas alienó en forma gradual el
sentido estructural de sujeto volviendo a éste un mero servidor gnoseológico y
ontológico de la onticidad cuantitativa de objeto".
Los
Premios Nobel a la Ignominia son entregados por auténticos ganadores de algún
Premio Nobel, sólo que en la ceremonia aparecen con grandes narices postizas,
sombreros ridículos y falsos anteojos. En 1991 se entregaron varios de estos
premios, siendo el más desopilante el de Física, entregado a Thomas Kyle, un
científico serio que publicó un artículo hablando de una nueva clase de átomo,
el 'administratum', cuyo núcleo tiene muchos neutrones pero sólo uno de ellos
trabaja en serio. Los demás son 8 asesores, 35 vice-neutrones y 256 asesores de
vice-neutrones. Kyle, que también presuntamente descubrió unas partículas
elementales llamadas 'ñoquis', fue el único que rechazó el premio a la
Ignominia de ese año.
Por
la década del '60 apareció otra revista con el mismo tono burlón, se trataba
del "Worm Runner's Digest" (Revista del Amaestrador de Gusanos), y
fundada en los EEUU por el irreverente psicólogo James V. Mc Connell.
Mc
Connell se había interesado por el comportamiento sexual del platelminto, un
gusano plano común con la cabeza en un extremo y la cola en el otro. Su
indagación lo llevó a concluir que es el animal más antifreudiano que existe:
a) al ser hermafrodita no experimenta la envidia del pene, pues tiene ambos
sexos; y b) al poseer una misma abertura para comer y defecar, tiene
confundidos sus estadios oral y anal. Sin embargo, el interés original de Mc
Connell no fueron los hábitos sexuales de este bicho imposible de acusárselo de
machista o feminista, sino la posibilidad de amaestrarlos, lo que implicaba
poder transmitirles cierta información para memorizar. Así que cierto día
amaestró a un gusano y luego, presa de un ataque de sadismo, lo cortó en dos
pedazos. A partir de la cabeza se formó un nuevo gusano y a partir de la cola
otro igual, ambos enteros con cabeza y cola, y comprobó no sólo que cada nuevo
gusano recordaba lo aprendido, sino además que las colas recordaban aún mejor que
las cabezas. Mc Connell concluyó que, al menos para los gusanos, perder la
cabeza en realidad mejoraba la memoria.
Otro
experimento consistió en agarrar un gusano y cortarle solamente la cabeza en
dos mitades. Cada mitad regeneraba una cabeza entera, con lo cual se obtenía un
gusano bicéfalo. Para sorpresa de Mc Connell, este gusano recordaba aún mucho
mejor lo aprendido que cuando era normal, con lo cual obtuvo una segunda
conclusión: para la buena memoria, es mejor tener dos cabezas en vez de una
sola.
Otra
experiencia se realizó cortando un gusano amaestrado en trocitos muy pequeños y
dándoselos de comer a otros gusanos no amaestrados pero sí muy hambrientos, los
cuales pronto empezaron a 'recordar' lo que habían aprendido. Basándonos en
este experimento, podríamos llegar a una nueva conclusión: si usted quiere ser
inteligente, cómase un muslito de Einstein.
Las
investigaciones de Mc Connell tenían su lado serio, buscaba el factor capaz de
transferir la memoria, concluyendo que se trataba del ARN (ácido ribonucleico),
pero la seriedad de esta preocupación no tenía porqué prescindir del lado
cómico del asunto. Como en la vida, en la ciencia podemos ser responsables sin
por ello perder el humor.
Urgido
por su jefe de departamento, que lo conminaba a publicar o morir no importando
si la investigación era mala ("total el decano no se iba a dar
cuenta"), Mc Connell publicó sus conclusiones y, para su sorpresa, los
únicos que se interesaron por su artículo no fueron sus ilustres colegas sino
alumnos del colegio secundario, que lo atiborraron de cartas preguntándoles
todo acerca del cuidado y amaestramiento de gusanos.
"Algunos
de ellos -cuenta Mc Connell-, nos escribían exigiéndonos “de inmediato” algunos
centenares de animales ya amaestrados, pues ellos mismo no tenían tiempo para
ponerse a hacerlo". Mc Connell y sus ayudantes armaron un manual para
alumnos, que se convirtió en el primer número de la Revista del Amaestrador de
Gusanos. Hasta el momento en que Mc Connell rememoraba toda esta historia
habían pasado ya diez años y la revista seguía saliendo con una circulación
internacional (36 países) de miles de números, habiendo incorporado toda clase
de artículos serios entremezclados con burlas, sátiras y anécdotas de todo
tipo.
También
hubo revistas serias que incluyeron sus artículos fraudulentos para mofarse de
ciertas veleidades científicas. Cuando la revista "La Recherche"
cumplió un año, resolvió publicar un fraude... sin aclarar esta circunstancia. Prepararon
un artículo que relacionaba la configuración de ciertas estrellas con la nariz
de un animal inventado por un biólogo francés para burlarse de los evolucionistas,
que caminaba sobre su propia nariz. El artículo hasta incluía citas de
periódicos inexistentes, y mucha gente lo tomó en serio... incluyendo a un
famoso periodista científico de la televisión francesa que vendía libros de
divulgación por millares.
En Francia, la revista "Science et vie" publicó un artículo sobre un “triángulo de Bouches-du-Rhone” (un departamento del país galo) comparándolo con el famoso triángulo de las Bermudas. Se afirmaba que tal zona fue localizada en las proximidades de Marsella, mencionándose varias catástrofes ocurridas allí. Mucha gente lo creyó y además la revista recibió muchas cartas confirmatorias. Un lector llegó a decir que su auto había sufrido un desperfecto al entrar en el área.
Con teorías como "El axioma de igualdad en la teoría matemática de conjuntos es análogo al concepto homónimo de la política feminista", el físico norteamericano Alan Sokal puso en ridículo a "Social Text" (una de las más prestigiosas publicaciones de estudios culturales norteamericanas). La revista publicó un artículo de Sokal creyendo que se trataba de un estudio que sustentaba científicamente el análisis cultural posmoderno, cuando en realidad era un experimento del científico para poner a prueba el rigor con que se manejan los estudios culturales en los Estados Unidos. En su artículo, titulado "Transgrediendo los límites: hacia una hermenéutica transformadora de la teoría cuántica de la gravedad", Sokal sostuvo disparates tales como que "el número pi es ahora percibido en su ineluctable historicidad".
Cierta
vez un matemático, el Dr. Bourbaki, fue invitado a pronunciar una conferencia
en la Ecole Normale Supérieure de París; miembro notable de la Academia Real de
Poldava, y autor de muchísimas obras de la especialidad, muchas de ellas
publicadas por el Institut Mathématique de l'Université de Nancago donde además
era uno de sus más brillantes profesores. Disertó ante importantes funcionarios
y, aunque nadie pudo entender nada, todos le expresaron su admiración
felicitándolo efusivamente. Desde entonces, desapareció y nunca más se lo
volvió a ver en público. En realidad, esta persona jamás existió, fue inventado
por un grupo de individuos que contrataron a un actor para que improvisara una
disertación totalmente falsa y plagada de ideas sin sentido y fórmulas
descabelladas. Los autores de la farsa fueron un grupo de auténticos
matemáticos franceses, de los más brillantes del siglo, y que en la realidad
habían publicado alrededor de 1939 una monumental obra de su especialidad
empleada asiduamente en todo el mundo (los "Elementos de
Matemática"), bajo el seudónimo colectivo de Nicolás Bourbaki. El
currículum del falso conferenciante fue también un fraude. La Academia Real de
Poldava y la Universidad de Nancago nunca existieron.
Alrededor de la década del '40, el estadounidense Marvin Hewitt había abandonado sus estudios cuando contaba apenas 17 años. Sin embargo, a fuerza de inventar su propia currícula, dictó innumerables clases y conferencias en distintas universidades a lo largo de 8 años. Solía impresionar con sus notables e imaginarias referencias a las autoridades universitarias, y entre ellas incluía un doctorado en filosofía, otro en física y la de “'antiguo Director de Investigación de la RCA”. Hewitt, sin embargo, cometió un error: tomar nombres de auténticos científicos, con lo cual sus fraudes fueron finalmente desbaratados, terminando así su “brillante” carrera como profesor universitario.
En
1898, Louis de Rougement relató en una conocida publicación una aventura según
la cual, tras haber naufragado en las costas de Australia, había participado en
festines de caníbales, se había construido una casa con conchas perlíferas,
había mandado mensajes en seis lenguas utilizando pelícanos, y había cabalgado
sobre tortugas de 270 kilos, incluyendo también el haberse curado de una fiebre
durmiendo dentro de un búfalo muerto. Las sociedades científicas invitaron a
Rougement a pronunciar conferencias sobre su aventura antropológica, y hasta
publicó un libro que causó sensación, titulado "Treinta años entre los
caníbales de Australia". Cuando fue descubierta su farsa, viajó a África
del Sur donde dictó algunas otras conferencias anunciándose como “el mayor
embustero del mundo”.
En
1859 Charles Darwin dio a conocer su famosa teoría que causó un gran revuelo,
llegando al imaginario popular en forma de una idea: el hombre descendía del
mono. Desde entonces todo el mundo se puso a buscar ese “eslabón perdido” entre
el simio y el hombre. Nadie lo encontró, pero Charles Dawson, geólogo
aficionado, decidió inventarlo, y pulió cuidadosamente un cráneo humano hasta
darle una apariencia simiesca, presentando su producto a la comunidad
científica y alegando haberlo desenterrado de un pozo de guijarros en Piltdown
Common, en Inglaterra. Finalmente el Dr. Weiner, de la Universidad de Oxford,
descubrió el fraude, y el famoso Hombre de Piltdown, otrora el descubrimiento
científico más increíble del siglo XIX, volvió definitivamente a su sepultura.
Manuel
Elizalde, miembro del gobierno de Filipinas, sostuvo en 1971 con total
convencimiento haber encontrado el pueblo más primitivo de la tierra. Los
denominó los "tasaday" y vivían en medio de la selva como en la Edad
de Piedra, cubriéndose con hojas y comiendo frutas. Elizalde cercó la zona
donde presuntamente se encontraban los tasaday, con el fin de preservar la
existencia de tamaña reliquia antropológica, y sólo quince años después pudo
descubrirse la trampa. El hombre había contratado a una docena de personas para
representar la primitiva tribu, dejarse “descubrir” y, golpe de efecto
mediante, lograr consenso para su carrera política.
Ni
qué hablar tampoco de aquellos científicos que, a mediados del siglo XIX,
anunciaron el descubrimiento del protoplasma básico de donde surgió... nada
menos que la vida. Fue denominado el "Bathybius haeckelli", y era una
sustancia viscosa que fue extraída del lecho marino frente a las costas de
Irlanda. Se llegó a pensar que todos los mares estaban cubiertas por esta
sustancia, la que finalmente resultó ser simplemente barro que, en combinación
con alcohol, daba la apariencia -para quien quisiera ver- que la sustancia
tenía vida propia.
Algunas
otras muestras son el famoso Protocolo de los Sabios del Sion, donde se
denunciaba una supuesta conspiración judía para adueñarse del mundo, y una
famosa tiara de oro de una “antigüedad de 2200 años”, expuesta como tal en el
Museo del Louvre durante siete años. Hoy en día la falsa tiara puede verse en
algunas raras exposiciones de falsificaciones del citado museo francés.
El
último y más famoso de todos los fraudes fue obra de dos ingleses desocupados y
ansiosos por matar el aburrimiento, decididos a jugar una gran broma a la
comunidad científica seria y a los investigadores de Ovnis. Utilizando dos
tablas, unos trozos de soga y alguna otra herramienta, los señores Bower y
Chorley trazaron en diversos trigales del sur de Inglaterra unos extraños
círculos donde la vegetación aparecía misteriosamente aplastada. Mr. Bower y
Mr. Chorley jamás pensaron que su broma llegaría tan lejos. En poco tiempo
había por lo menos 35 expertos en cosechas circulares, y se comenzó a publicar
un periódico exclusivo para el misterioso acontecimiento, llamado "The
Cereologist". Un libro sobre el asunto, "Evidencias circulares",
vendió en poco tiempo 50,000 ejemplares. El físico T. Meaden afirmaba que los
círculos eran producidos por remolinos de aire cargados eléctricamente de
materia que aplastaba las mieses, mientras algunos científicos japoneses se
inclinaban por una especie de rayo circular generado por microondas. Uno de
ellos, Otsuki, llegó a decir muy suelto de cuerpo que “lo he comprobado porque
logré efectos similares en mi laboratorio con ayuda de un computador”.
Ni
qué hablar de las explicaciones paracientíficas, que iban desde las huellas de
naves extraterrestres, hasta una “energía curativa que se extenderá a escala
planetaria”. Tampoco faltaron los atribulados dueños de esos campos, que
optaron por aumentar sus ingresos organizando tours para mostrar los fenómenos
de cerca y hasta para tocar la hierba aplastada, cobrando a razón de una libra
por cabeza. No podemos dejar de mencionar la teoría más curiosa de todas, y que
afirma que los señores Bower y Chorley son en realidad unos farsantes que
inventaron una broma para hacerse famosos, aprovechando un extraño fenómeno que
aún hoy persiste sin una explicación satisfactoria. El tiempo dirá, en definitiva,
quién tuvo la razón.
La
ciencia ficción tampoco escatimó esfuerzos por introducir el humor y la ironía.
En la historia "División de condominio", por ejemplo, aparecen unos
seres extraterrestres con forma de ameba que vienen a buscar combustible para
sus naves, a cambio del cual ellos entregarían a los terráqueos literatura
pornográfica. Por supuesto, el único interesado en el canje fue un profesor de
biología, que recibió un libro con fotografías de las distintas etapas de la división
mitótica de aquellos seres.
William
Henry Ireland tenía 17 años cuando hizo creer al mundo que había descubierto
una obra desconocida de Shakespeare (en realidad escrita por él mismo en papel
muy antiguo y con tinta artificialmente envejecida). La obra, titulada
"Vortigern y Rowena", tuvo amplia repercusión y hasta fue estrenada
en el teatro la noche del 2 de abril de 1796. El primer actor, John Kemble,
había sospechado que la obra era apócrifa, pero quiso convertirse él también en
cómplice de la broma e intentó infructuosamente que la obra fuese estrenada un
día antes, el 1° de Abril, que en Inglaterra se conmemora el Día de los
Inocentes.
¿Qué
ocultos motivos llevan a científicos y escritores hacia el humor? Tal vez, como
cuenta el psicoanálisis, estén canalizando impulsos sexuales reprimidos, cosa
que, desde que Freud escribiera "El chiste y su relación con el inconsciente",
muchos consideraron como el mejor chiste del creador del psicoanálisis. Y es
que, si la gente se tomaba en broma lo que Freud decía en serio, debía ser
porque éste se tomó en serio lo que la gente decía en broma.
Apéndice
Se
supone que luego de haber analizado este artículo, nuestros pacientes lectores
estarán más sensibilizados para diferenciar lo auténtico de lo fraudulento...,
o tal vez no. Vamos a la prueba final, y descubra cuál de estas afirmaciones NO
es un fraude:
1)
Newton empezó a interesarse en el movimiento de los cuerpos luego de una noche
de juerga en el teatro de revistas.
2)
Después de haber descubierto el principio de conservación de la materia,
Lavoisier fue guillotinado por no haber previsto el principio de conservación
de la cabeza.
3)
Para Descartes, los monos hablan, solo que no quieren hacerlo porque de otro
modo los pondrían a trabajar.
4)
¡Es merdis! es una famosa exclamación de Arquímides, que pronunció al salir
corriendo de la bañadera y poner un pie en el inodoro.
5)
Freud creó el psicoanálisis cierto día que su maestra le pidió una explicación
acerca de su conducta.
6)
¡E pur si muove! (¡Y sin embargo se mueve!) Exclamación atribuida a Galileo
cuando el médico le dijo que era impotente.
7)
Cuando a Heráclito le exigieron que demostrara su teoría de que todo cambia,
llevó a cabo la prueba suprema: tuvo que cambiar su teoría.
8)
Revelan insospechados secretos de la vida sentimental de Einstein, lo que tenía
relación con la circunstancia de estar siempre despeinado.
Respuestas
La
única afirmación que no es un fraude es el convencimiento de Descartes acerca
de los monos. Las restantes afirmaciones son falsas, pero tienen un fondo de
verdad:
1)
El interés de Newton por el movimiento de los cuerpos desembocó en la creación
de la Mecánica que lleva su nombre. En todo caso la culpa la tuvo la caída de
la manzana y no el bamboleante movimiento femenino.
2)
Lavoisier, creador del principio de conservación de la materia, fue
efectivamente guillotinado en 1794, entre otras cosas por haber creado una
compañía privada para recaudar impuestos para el Estado.
3)
Descartes no sólo estaba convencido sobre la cuestión de los monos que no querían
hablar, sino que además pensaba que los perros no tenían emociones ni sufrían
dolor, y que si uno les pisaba la cola y aullaban, era porque se ponía en
funcionamiento un mecanismo similar al que produce un sonido al apretarse la
tecla de un piano.
4)
Arquímides salió corriendo, efectivamente, de la bañadera, pero su exclamación
fue ¡Eureka!, que significa ¡Lo encontré!... Lo que por fin había encontrado
era el principio de la hidrostática que lleva su nombre, y no se tropezó con
ningún inodoro.
5)
Freud empezó a elaborar su teoría a partir de los intentos por explicar la
conducta de ciertas pacientes histéricas, hacia fines del siglo XIX.
6)
Galileo, efectivamente, pronunció esta frase frente a sus amigos cuando terminó
un juicio en su contra, donde fue obligado a decir que la tierra era inmóvil,
lo que iba en contra de su propia creencia. Al salir
del tribunal musitó: ¡Y sin embargo se mueve!...
7)
Heráclito es el autor de la famosa teoría de que todo cambia siempre, uno de
cuyos ejemplos más famosos es el hecho de que nunca nos bañamos dos veces en el
mismo río. Por supuesto, sostuvo su teoría hasta el final de sus días.
8)
Un libro de reciente aparición revelaría ciertos secretos de la vida amorosa de
Einstein, pero nada tiene que ver en ello su desmañada cabellera. Se afirma
allí que fue un empedernido mujeriego que engendró hijos ilegítimos y que
castigaba a su mujer. Según un amigo suyo, en realidad “amaba” a las mujeres
pero las consideraba criaturas inferiores. Este mismo amigo sostuvo que cuanto
más vulgares, sudorosas y malolientes eran, más le gustaban. Si todo esto es
cierto, no debieron ser solamente las curvas espacio-temporales las que habrían
despertado la curiosidad del gran sabio.
Este texto es un
fragmento del artículo “El fraude y el humor en la ciencia” del libro “Fantasía
y realidad: una excursión por la ciencia y la literatura”.
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