La vida es un continuo y eterno aprendizaje. Aquel
que piense que lo sabe todo, no sabe nada. Y, aunque en el texto que agrego
líneas abajo nos muestra lo mucho que alguien aprendió, recapacitemos en que
mucho de lo que se menciona no lo hemos aprendido aún, y hay tantas cosas que
no se agregaron y que necesitamos aprender. Por eso comparto estas reflexiones
con los lectores como una forma de análisis de vida y, si es necesario, para
enmendar el camino para llegar a ser mejores personas. Y es que hay tanto por
aprender…
Aprendí
que la mayoría de las cosas por las que me preocupo nunca suceden.
Aprendí
que cada logro alguna vez fue considerado imposible.
Aprendí
que nada del valor se obtiene sin esfuerzo.
Aprendí
que la expectativa es con frecuencia mejor que el suceso en sí.
Aprendí
que aun cuando tengo molestias, no necesito ser una molestia.
Aprendí
que nunca hay que dormirse sin resolver una discusión pendiente.
Aprendí
que no debemos mirar atrás, excepto para aprender.
Aprendí
que cuando alguien aclara que se trata de principios y no de dinero, por lo
general se trata de dinero.
Aprendí
que hay que luchar por las cosas en las que creemos.
Aprendí
que las personas son tan felices como deciden serlo.
Aprendí
que la mejor y más rápida manera de apreciar a otras personas es tratar de
hacer su trabajo.
Aprendí
que los días pueden ser largos, pero la vida es corta.
Aprendí
que si tu vida está libre de fracasos, es porque no has arriesgado lo
suficiente.
Aprendí
que es bueno estar satisfecho con lo que tenemos, pero nunca con lo que somos.
Aprendí
que podemos ganar un centavo en forma deshonesta, pero más tarde este nos
costará una fortuna.
Aprendí
que debo ganar el dinero antes de gastarlo.
Aprendí
que debemos apreciar a nuestros hijos por lo que son y no por lo que deseamos
que sean.
Aprendí
que el odio es como el ácido: destruye el recipiente que lo contiene.
Aprendí
que planear una venganza sólo permite que las personas que nos hirieron lo
hagan por más tiempo.
Aprendí
que las personas tienen tanta prisa por lograr una "buena vida" que
con frecuencia la vida pasa a su lado y no la ven.
Aprendí
a no dejar de mirar hacia el futuro; que todavía hay muchos buenos libros para
leer, puestas de sol que ver, amigos que visitar, gente a quien amar y viejos
perros con quienes pasear.
Aprendí
que todavía tengo mucho que aprender.
Referencia:
Libro "La culpa es de la vaca
Contribución
de Ida Bianchi y Vicente López, de Rotolatinos, Argentina.
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