lunes, 12 de julio de 2010
Invitación y agradecimiento a los lectores
No mereciese yo mas huella, que la que dejé caer por donde anduve, mas no por ello quisiera privarme sin pecar de vanidoso, de aportar algo a la humanidad, que por sutil que fuese, superara el hecho de consumir el aire que comparto con el resto de seres vivientes en este planeta, ya posean capacidad para pensar o no y sean conscientes de sí mismos.
La capacidad de pensar es la que nos hace gozar, disfrutar, temer o sufrir de acontecimientos que ni siquiera pertenecen al presente sino que ya ocurrieron, que prevemos, deseamos o tememos que ocurran.
Varios serían los sentimientos que nos manejan a su antojo a lo largo de nuestra existencia, amor, odio, temor, placer, etc. Mas sería el AMOR el único capaz por sí mismo de hacer aflorar a cualquiera de los demás y el que más palabras y textos desgastó en grabados y escritos a través de la historia.
Las personas no seríamos tales sin la capacidad de pensar, sentir y tomar decisiones de manera autónoma, los sentimientos nos acompañan para bien o para mal constantemente, y es mucha la dedicación y empeño otorgados a la causa de expresarlos, ocultarlos, disfrutarlos, trasmitirlos o inclusive querer controlarlos, esta última, resultando tarea más que retadora, formando así parte del eje de nuestra propia existencia.
En cualquier caso el uso de este tránsito entre lo que llamamos nacer y morir, nunca cae en la indiferencia absoluta entre aquellos que nos rodean, con lo que con mayor o menor intensidad o popularidad, modificamos irremediablemente no ya el presente sino a posteriori, ese otro transito de los demás, construyendo así con todo ello, una cadena sin principio ni final, con la que nos formamos unos a otros elaborando colectivos y sociedades.
Un gran número de personas en todo el mundo, guían sus pasos entre bastidores y parámetros marcados por religiones o creencias, ya sean impuestas o no, creyéndose todos ellos individual o colectivamente poseedores de la verdad absoluta, cuando ésta ni tan siquiera exista en realidad, aunque apartando todas esas limitaciones sociales o morales, llámeseles como se quiera, lo innegable es que en sí mismo, por su capacidad de pensar, sentir y analizar, el ser humano posee una capacidad infinita para dar y recibir en todos los aspectos y lo que es mas importante aún, de ser consciente de todo ello, gozando o padeciendo en consecuencia todo cuanto acontece en la vida, cuya cotidianeidad no sería mas que el resultado del cúmulo de circunstancias sucesivas y continuadas de cuanto acontece en nuestro entorno donde, de igual manera, nosotros participamos constantemente a través de nuestras decisiones ya sean espontáneas o premeditadas.
Dejando aparte el bien o el mal, términos inventados por nosotros mismos, yo no quisiera con tanta palabrería aburrir a ese lector ocasional, que tras aguantar mi humilde exposición hubiese llegado hasta aquí, además de mi enhorabuena por ello y agradecimiento, sino crear al menos por un momento, conciencia de esa influencia que continua e irremediablemente provocamos y recibimos del resto de personas, para invitar si se desea, a actuar positivamente y en consecuencia, modificando aunque sea sutilmente muestro comportamiento de cara a los demás de manera más acorde a lo que realmente queremos, sobretodo en aquellos aspectos donde nos resulte gratuito, como el hecho de mostrarse amables o regalar una sonrisa a los demás, cuando con ello no perdemos nada y contribuimos a que este tránsito entre el nacer y el morir que llamamos vida, sea más agradable, gratificante y digno de nosotros mismos
Sirvan estas líneas a modo de homenaje y agradecimiento a cuantos se cruzaron en mi camino y me aportaron alguna porción de esa esencia de la vida, cuyo conjunto hizo y hace que ésta merezca la pena ser transitada, especialmente a aquellos cuya capacidad de disfrutar haciendo disfrutar a otros, admiro, venero y agradezco, cuyo afán por ello les deseo sea devuelto merecidamente día tras día.
Este agradecimiento es de Pablo S. D., y me ha gustado que lo tomo prestado.
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